De las dos formaciones que he hecho con Tony Robbins —Unleash The Power y Date With Destiny— me he quedado con el potente ejercicio de valores y una sola frase. No la recuerdo literal y mi mente la va cambiando según el momento, pero la esencia es la misma.
Tampoco puedo buscarla ahora mismo en Google, porque tengo instalada una app llamada llama Self Control que bloquea por completo el acceso a las webs que le he pedido, que no son pocas.
Un torreón más en la fortaleza que protege el trabajo profundo de concentración y que he construido a lo largo de enero, gracias a nuestra estructura de contenido en la suscripción privada. Llevamos un mes dándole vueltas al mismo tema y este enfoque es, sin duda, la mejor idea que hemos tenido. Digo hemos porque lo propuse en un directo hace meses y el voto general fue implacable. Somos visionarias, además de salvajes.
En una sociedad con mente de mono —que salta de liana en liana, de pensamiento en pensamiento sin parar—, centrarte en el mismo dilema vital a lo largo de treinta días te da el foco que rara vez conseguirás de otra forma.
El foco te permite ver lo que no veías.
Ver te abre posibilidades.
Las posibilidades te facilitan el cambio.
El cambio transforma tu realidad.
La frase de Robbins, que me lío.
Hay una forma de amargarte la vida.
Poner el foco en lo que te falta.
Con estas palabras, que calaron hondo hace ocho años, más todas las vueltas que le hemos dado a la renuncia, el JOMO —joy of missing out—, conformarse y asumir nuestra finitud y demás ideas, he creado una lista opuesta a la famosa 10 cosas que hacer antes de morir.
Me parece interesante que no me hubiera dado cuenta del potencial peligro de este enfoque tan popular y que tantas veces he aplicado en mi vida. Me parece funcional para motivar en determinadas situaciones y completamente disfuncional y estresor en muchas otras. Como siempre, la doble cara de cualquier tendencia generalista.
Aplicando la frase en el contexto de la muerte, quedaría así.
Hay una forma de amargarte la vida.
Poner el foco en lo que te falta por vivir antes de morir.
Y como los enamorados de la PNL —programación neurolingüística— sabemos que el primer paso para el cambio empieza por las palabras, vamos a jugar con ellas.
Recojo al vuelo la tortilla del tío Robbins y le doy la vuelta.
Hay una forma de aliviarte la vida.
Poner el foco en todo lo que YA has vivido antes de morir.
Te invito a que te hables alto y te escuches en silencio, a ver cómo recibe estas dos frases tu cuerpo. Cómo las siente, cuál de ellas te acerca al estado que quieres para ti.
Ayer, después de mi paseo diario de dos horas para disfrutar con la perra, estar en la naturaleza, hacer actividad física y pensar —este 4x1 es otra estrategia que he sacado del trabajo que hemos hecho en enero— un buen amigo me llamó para recomendarme, muy convencido, que reserve ya una semana de vacaciones de verano en algún lugar que me motive. Está preocupado por el nivel de intensidad que está suponiendo la parte laboral. Fíjate ya en el calendario un viajecito, Ana. Ante mi negativa, empezó a insistir. Sal de tu zona de confort dijo en tono retador. Y la salvaje que llevo dentro habló serenamente radical.
No quiero. Ya estamos como siempre. ¿Te das cuenta, Luís? Lo hemos hablado mil veces tras el curso de meditación con Lama Rinchen y seguimos cayendo en lo mismo. Buscar el alivio, la motivación, lo que sea, en el futuro, en algo diferente de la vida que ahora mismo tenemos. No me interesa emplear ni un minuto de mi tiempo programando en el calendario algo que sucederá dentro de meses y que me llevará a otra parte. No quiero pensar ni estar en otra parte.
Me gusta vivir mi día a día y no quiero alimentar la idea de mirar al futuro para motivar el presente, pese a que esté siendo intenso y retador. Lo estoy disfrutando. Amo el confort de mi nueva casa. Amo estar tirada en este césped artificial. Amo mi trabajo, aunque ahora mismo esté enterrada por él. Es un momento exigente y no necesito escapar. Tenemos que aprender a vivir en la incomodidad.
Cuando mi cuerpo me pida salir de aquí y viajar, cuando sienta que es el momento, lo haré. En presente. Para eso tengo mi propia empresa y trabajo con un ordenador. Y para eso he aprendido a escucharme. No me quiero adelantar a la vida. Estoy practicando lo que he propuesto: conformarme y renunciar con gozo a la idea de perderme cosas.
Pocas veces pongo la radio en la furgoneta, pero el otro día no llevaba el móvil y no tuve más remedio. Los Cuarenta. ¿En qué momento el reguetón ha fagocitado al pop rock? Siete canciones, todas de señores que hablan en castellano raro que no logro entender. Entre ellas un anuncio de un coche. El eslogan final no me pasó inadvertido.
Siente más. Vive más.
De nuevo, el mensaje de fondo que nos martillea una y otra vez. Lo que tienes no es suficiente. Necesitas comprar más, experimentar más, sentir más o hacerlo con mayor intensidad para que tu vida sea más vida. Hasta cejas de dopamina. Me escuece porque me he visto reflejada. Aunque aquí hay una buena noticia.
Cuando eres capaz de verlo, es porque estás fuera.
Venga, que me lío.
La lista.
Un ejercicio de mirar a tu favor hacia el pasado, recuperar logros, momentos bonitos o, incluso, entrenarte para buscar y saber verlos. Si no los encuentras, no es que no los haya, es que tienes las gafas empañadas por el criterio de exigencia y grandilocuencia de la sociedad en la que vivimos. Mira mejor. Y mira a tu favor.
Cuando hago este ejercicio de línea de vida con coachees mujeres y madres, suelen olvidar el gran milagro que se ha producido en sus entrañas. Es de locos. No solo damos por hecho la capacidad de crear vida, sino que muchas veces la infravaloramos. Llegar a ser CEO de una empresa de éxito es más importante que puto parir a un bebé a través de tu vagina. Hemos perdido la perspectiva, y el problema es que vamos tan rápido que no nos da tiempo a recuperarla.
Bueno, a ver si lo consigo.
La lista.
Te invito a que no solo leas la mía, sino a que elabores la tuya. A que te dediques un ratito para hacer algo que te gusta —es importante este orden—, para que conectes contigo y, desde ahí, busques en el pasado todo aquello que ya has vivido antes de morir y que te produce orgullo, admiración o satisfacción.
Espero que te sirva. Como siempre, aplico lo que propongo. Anoto once porque el diez no me gusta, pero tú puedes escribir trescientas. Cuantas más, mejor. O no. Es tu movida, y solo tú sabes cómo vivirla.
11 cosas que YA he vivido antes de morir
1. Decidir. Bien y mal. Regulín y regulán. He tomado grandes decisiones que me han sacado de lugares y personas en los que ya no tocaba estar y me han acercado a lo que en ese momento creía que estaba más alineado conmigo. Este es mi gran súper poder. Mi decisión de decidir.
2. Abrirme en canal públicamente, gestionando el pánico a la crítica y el dolor que esta produce en mí, para que otras personas puedan mirarse a través de una historia tan común como humana y conectar sus puntos.
3. Pedir ayuda. Y dejarme ayudar. En todo.
4. Despertar. No me gusta esta expresión, pero después de darle algunas vueltas, creo que es la más apropiada para describir el proceso interior que inicié a los diecinueve años y que no va a terminar nunca.
5. Reducir mis cosas materiales a la mínima expresión. Y mis relaciones sociales. Cambiar la cantidad por la calidad.
6. Ampliar el entorno conocido. Ojo, que no utilizo las palabras salir ni confort. Suecia, Londres, Bali, Lanzarote, La Rioja. Maravilla para muchas cosas que no caben en este post.
7. Dormir muchas siestas. Nadie debería morirse sin experimentar las siestas después de un día de playa o montaña y una paella valenciana. Sábanas blancas, pelo mojado, ventaba entreabierta y en bragas. Estas son mis favoritas.
8. Asumir mi parte de responsabilidad en la realidad que vivo. Que es enorme. Que asusta. Y que me devuelve el poder personal.
9. Crear el nido más bonito que conozco. Comprar cuatro paredes amarillas, tirarlas abajo y meterme en una reforma sin tener ni idea para, no sé aún cómo, terminar construyendo una maravilla que, por ahora, disfrutan otros.
10. Emprender. Un proyecto profesional que ha ido pivotando a lo largo de los años y que ha mantenido, desde el inicio, los mismos valores: comunicar, crear, aportar y disfrutar. Con subidas, bajadas, giros inesperados, cansancio, satisfacción, lloros, risas, decepciones, ilusiones, frustración, ganas salvajes y miles de horas invertidas.
11. Vivir. Con intensidad. Entregarme a personas, cuidar animales, materializar proyectos, soñar ideas, disfrutar momentos pequeños y grandes, descubrir lugares en los que querer quedarme.
Y parecerme cada vez más a mí misma.
Principio.
Ana.
Para ponerle más amor al asunto, las maravillosas salvajes que me acompañan en este proyecto han diseñado esta lista descargable —botón derecho, descargar imagen— para que la podáis imprimir y escribir a mano. Ele y Carla, gracias.
P.D. Te invito a que compartas por aquí, al menos, tres puntos de tu lista. Te pido generosidad para convertirte en el espejo en el que otras personas pueden mirarse y ver lo que aún no pueden ver.
También te cuento que este domingo 28 de enero a las 6pm Madrid tenemos el cierre del mes con la guinda del pastel, nuestro Directo Salvaje.
Si estás suscrita a la comunidad privada en el plan mensual o anual, y te apetece dar un pasito más, puedes entrar en el Salvaje inmediatamente.
Si eres de las personas que pasan de cero a cien y quieres unirte a la comunidad privada por la puerta grande, tendrás acceso al archivo de contenido con todo lo que hemos visto este mes y te esperamos este domingo en el Directo Salvaje.
Nos vemos dentro.
- Ser madre. Haber podido experimentar ese amor tan transformador que conlleva la maternidad, pero también enfrentarme a sus sombras y aprender a no sentir esa culpa tan aplastante para muchas madres.
- Haber experimentado el amor real y auténtico de pareja. Con su enamoramiento enloquecedor inicial y con su adaptación posterior, donde la calma, el sumar, la admiración, el respeto y el deseo son parte indispensable de él.
- Haber salido del entorno familiar a pesar de los miedos. Hacer sido capaz de construirme tomando decisiones y a ver sido valiente en tomarlas y más cuando venía de un entorno familiar con mucha educación a través del miedo. Haber vivido en 7 ciudades distintas. Que cada cambio no haya sido una frustración sino un empuje.
Desde hace tiempo me empezó a chirriar la frase “sal de tu zona de confort”, la he visto/escuchado/leído en tantos sitios... y creo que hay que cogerla con pinzas, porque no siempre necesitamos salir a crear algo nuevo, a buscar más y mejor...
A veces, quedarse en la zona de confort, construirla, disfrutarla y descansar en ella es mucho más enriquecedor que andar corriendo de propósito en propósito, al menos para mí y por ahora. Y cambiar esa connotación negativa que últimamente se le da; Gózate tu zona de confort... y si quieres salir de ella, que sea porque tú lo eliges, no porque el ritmo frenético de la sociedad te empuje a ello.
Gracias por este chupito, Ana. ♥️
Feliz día para todas. 🥰