Estoy enamorada de esta plataforma. Muy ilusionada con el formato. Como una niña adulta que vuelve a su antigua habitación y se reencuentra con sus juguetes favoritos. Esto me devuelve a los maravillosos blogs pasados de moda, y me aleja del actual frenesí por vídeos de menos de un minuto en los que la gente baila de forma absurda y señala con el dedo —poniendo cara absurda— palabras que flotan en la pantalla. Follándose de mala manera la esencia de la comunicación. Por cada reel de esos muere un gatete. Si haces este tipo de contenido te invito a que te preguntes para qué. No hay cifra de alcance que valga más que tu dignidad.
Me encanta la intimidad y la calma que se respira en Substack. También el tipo de público que hay aquí. No tener límite de caracteres. Saber que las personas que me leen lo hacen porque les interesa lo que tengo que decir. O porque quieren reflexionar y debatir. No por cotilleo. No porque quieran ver qué ropa llevo o qué pasa en mi vida. No porque un algoritmo haya decidido mostrarme en su feed.
Filtrar.
Menos, casi siempre, es más.
Y así, agradecida y emocionada, solamente puedo decir que inauguramos nueva sección de contenido por aquí. Convivirá con Chapita.
Chupitos de V.I.D.A.
Mi originalidad es desbordante. Lo sé.
El nombre se lo debo a una generosa lectora que un día hizo la broma de llamar «chupito» a Chapita por los efectos que tiene sobre ella y me gustó tanto que le pedí permiso para usarlo. Me dijo que sí. Gracias, querida anónima. Espero que la vida te lo pague con mucho sexo del bueno, de ese que te deja como si volvieras de un viaje astral.
Voy a utilizar Chupitos para compartir reseñas y recomendaciones de lo que suma en mi vida. No voy a tener una estructura fija, como ya intenté sin éxito en Chapita meses atrás. Lo dejo abierto a lo que me apetezca y en el orden que me apetezca. Una frase, una pregunta, un ejercicio, una reseña de un producto, servicio o formación, un lugar, un libro, una canción… En un mundo saturado de información e infinitas opciones, pondré atención en todo aquello que consumo y me rodea para filtrar y seleccionar lo que considero merece nuestros recursos más preciados.
Tiempo y dinero.
Siempre me ha emocionado compartir lo que me funciona. Mi espectro de recomendaciones en redes ha sido tan amplio como mi persona. Independientemente de mi campo profesional, siempre tuve claro que no me iba a limitar a un área concreta. El criterio es cristalino: si mejora mi vida, debe ser compartido.
Desde cremas hasta despertadores, pasando por succionadores de clítoris, libros, rituales o rizadores de pestañas. No es por generosidad. Es porque creo que guardármelo sería egoísta y que tendría que sobornar a San Pedro para que me deje pasar al cielo. Ponerte bótox, que tu amiga te diga que tienes buena cara, que le respondas «gracias» y te hagas la loca, que te pregunte a qué se debe porque ella también quiere, que mientas como una bellaca y le digas que es porque duermes mucho. Esto no se puede tolerar. Esto tendría que ser pecado capital. La estética bien hecha y los buenos libros hay que compartirlos.
Durante mis primeros años creando contenido hice muchas reseñas y recomendaciones desde el corazón, negándome a recibir cualquier tipo de retribución económica por ello. Creencias disfuncionales me hicieron separar corazón y dinero. Mientras tanto, algunas empresas triplicaron ventas gracias a mí. Recuerdo una en concreto, que no tenía target en España y, al mencionarla, acabó con puntos de venta rentables en el país. También algunos profesionales de la Psicología pudieron dejar sus trabajos por cuenta ajena y emprender con la agenda llena de pacientes de mi comunidad. Nunca recibí, pedí o acepté un euro y no me arrepiento de ello. Las cosas cambiaron cuando empecé a darle valor a mi trabajo, a la confianza que genero y a la visibilidad que alcanzo en una comunidad que me he currado día y noche a lo largo de ocho años.
Ahora sigo recomendando desde el corazón y, siempre que sea coherente y posible, apuesto por un sistema de colaboración que he nombrado como 3win. Se trata de añadir un win a la conocida fórmula win—win. Traducido al castellano quedaría así: Ganar—ganar—ganar. Gana la empresa o el profesional recomendado, ganan las lectoras y gana el altavoz. La última, por si hay dudas, soy yo.
Mi compromiso sigue siendo el mismo desde 2014. Honestidad y transparencia. Si he pagado por lo que nombro, lo diré. Si me lo han regalado, lo diré. Si me lo he agenciado sin permiso, lo diré. Si os consigo un descuento de ratuchis y el enlace es afiliado, lo diré. Si me pagan tres millones de euros por mencionar, lo diré y os invitaré a cenar en Dunas de Famara. Que no se respire miseria.
Teniendo claro lo importante, empezamos.
Una canción.
Canciones de amor a ti — Rigoberta Bandini
Últimamente pienso mucho en las madres. Sobre todo, cuando llego a casa reventada y me meto en la cama a las ocho de la tarde. En ese momento de duda entre levantarme y hacerme la rutina de noche o dormirme sin limpiarme la piel, pienso en ellas para motivarme. Muchas estarán limpiando culitos, dando el pecho o contando cuentos. Empatizo y me levanto a ponerme las cremas. Por mí y por todas mis compañeras.
Mi reloj biológico sabe que he cumplido 35 y parece que tiene el radar puesto sobre la maternidad. Aunque mi postura en este momento sea la de no tener descendencia, no puedo no emocionarme al escuchar la canción que mi amada Rigoberta le ha compuesto a su bebé.
A vosotras, las madres.
Un libro.
Biografía del silencio — Pablo d’Ors.
Mi biblia particular. Pequeño pero inmenso.
«No hay que dar falsas esperanzas a nadie; es un flaco favor. Hay que entrar en la raíz de la desilusión, que no es otra que la perniciosa fabricación de una ilusión. La mejor ayuda que podemos prestarle a alguien es acompañarle en el proceso de desilusión que todo el mundo sufre de una manera u otra y casi constantemente. Ayudar a alguien es hacerle ver que sus esfuerzos están seguramente desencaminados. Decirle: «Sufres porque te das de bruces contra un muro. Pero te das contra un muro porque no es por ahí por donde debes pasar». No deberíamos de chocar contra la mayoría de los muros contra los que de hecho chocamos. Esos muros no deberían estar ahí, no deberíamos haberlos construido».
Sublime obra de arte sobre la meditación, la esencia, el poder del silencio y la quietud.
No dejo enlace a Amazon porque prefiero que lo compres en tu librería de barrio. Que te dediques un ratito a pasear por allí. Oliendo los libros sin prisa. Apoyando al pequeño librero.
Una pregunta.
¿Quién quieres ser?
Si te cuesta saber quién eres, decide quién quieres ser.
Qué valores quieres a priorizar.
Qué creencias te van a potenciar.
Qué capacidades vas a entrenar.
Qué aptitudes quieres aprender.
Qué actitud elegirás para vivir.
Qué comportamientos vas a instaurar.
Qué entorno te puede nutrir.
Un artículo.
El capitalismo nos está matando de sueño — Juan Antonio Madrid
Este artículo llegó a mi iPhone cuando llevaba casi tres meses sin dormir más de cinco horas seguidas. Al terminarlo fui directa a mi librería de barrio para comprar el libro de este investigador. El señor que estaba delante de mí también lo había pedido. Nos miramos y sonreímos. Ambos habíamos leído El País.
Esta semana de vacaciones de Instagram he dedicado las tres horas diarias que paso respondiendo mensajes privados a leer, cocinar y estudiar. Lo he devorado y ya he implementado rutinas diferentes para dormir mejor. Haré la reseña muy pronto, junto a la de mi famoso despertador Lopeta.
Si te interesa la salud, es de lectura obligatoria.
Una Bata de Sentir.
Directo con Ismael Cala — Fluir para no sufrir
Para la gente que se acaba de unir, Bata de sentir es el nombre que tienen mis directos en Instagram.
Hace unas semanas tuve el honor de entrevistar a Ismael Cala, reconocido escritor, periodista y conferenciante. Estaba en España para presentar su nuevo libro Fluir para no sufrir y nos regaló una hora de su tiempo, su autenticidad y cariño. Me asombró su forma inmediata de conectar conmigo y el campo energético que generó. Soy muy sensible a eso.
Utilicé el directo para exponerle un problema personal y me dio algunos consejos que he incorporado y que me están ayudando a gestionar mi sufrir. No sé si será el efecto placebo, pero desde que hablé con él mi drama se ha disuelto hasta pasar casi desapercibido.
Dos de las perlas que soltó y que parece se quedaron dentro de mí.
Si hay latido, hay casa.
Mi paz no es negociable.
Principio.
Ana.
Qué buenos los Chupitos!!! Brindo con ellos!! Yo también te quiero recomendar algo!! Música! Conoces a Måneskin??? Son unos chicos jovencísimos italianos que son lo más!! Van a ser, para mí ya son, de los grandes!!! Me fui a Roma a verles y no puedo parar de escucharles!! Ya me dirás!!! 🎸🎸😃😃😘
Amo! Pasar de chupitos de tekila a los 20 ,a los chupitos de VIDA a los 30, evolución 3.0 literalmente, me encanta! Gracias por tanto preciosa 🥰