Una serie
Solo veo series cuando tengo que hacer reposo por algún problema de salud. En mi día a día las evito porque, en mi caso, requieren una fuerza de voluntad que no tengo y me pueden dar las cuatro de la mañana por terminar una temporada.
Esta me la recomendó mi hermana y le estoy profundamente agradecida. Ana, te vas a enamorar del protagonista, es la cosa más preciosa que hayas visto jamás. Me conoce bien. La devoré en dos días. Enamorada hasta las trancas, vuelvo a querer casarme con un pelirrojo de piel blanca y con pecas.
Historia conmovedora basada en los libros de Alice Oseman sobre el amor en la adolescencia que me devolvió a esa etapa de vida tan complicada y que mi cerebro no suele recordar. A diferencia de las series románticas tóxicas heteronormativas, aquí se rompen todos los esquemas con una pareja de jóvenes homosexuales cuya relación se construye día a día y, sorprendentemente, de una forma sana, llena de cariño, amor y respeto. Además de la homosexualidad, también se trata el bullying y la diversidad en identidad de género de una forma magistral.
Divertida, tierna y conmovedora.
Me resultó curioso observarme al ver la serie y sentir lo que provocó dentro de mí. En los primeros besos entre ellos me costaba conectar con la parte romántica porque no me sentía identificada. Cuando el romance es entre chico y chica vivo el beso como si fuera propio, sin embargo, de esta forma lo sentía mucho más lejano, incluso extraño. Imposible no pensar en todas aquellas personas que no se identifican con el modelo de pareja heterosexual y la falta de historias para ellas.
Mi sorpresa fue que conforme empezaron a pasar los capítulos, las mariposas en el estómago llegaron por la calidad del amor que se respira entre ellos. Terminé bañada en lágrimas y mandando audios a mi hermana. Yo me muero de amor, Laura. ¿Cómo pueden ser tan preciosos? Yo los amo. Además, las historias de los amigos que rodean a la pareja tampoco te dejan indiferente. Bien construidas e hiladas, te llevan de la risa a las lágrimas.
Interesante contraponer la forma de relacionarse de los protagonistas con la forma de relacionarnos los adultos en la sociedad actual. Ellos, emocionados por amar. Nosotros, aterrorizados por amar. Ellos, aprovechando cada oportunidad para verse, besarse y demostrar su interés en el otro. Con el corazón puro, ilusionado, abierto. Nosotros, midiendo las veces que nos vemos, el interés que mostramos y racionando los te quiero. Con el corazón herido, asustado, cerrado.
Un viaje imprescindible que te conectará con lo fácil que es y que debería de ser el amor, la ternura, los valores de nuestra parte adolescente silenciada con la madurez, la ilusión por un primer beso, la importancia de la amistad, la inocencia, la frustración, el miedo a la opinión de los demás y el dolor añadido que sufren los que no siguen los modelos sociales establecidos.
Un viaje totalmente recomendado para observarnos y sentir el amor y la vida desde un punto de vista diferente y muy necesario.
Preciosa. Y mi nueva serie favorita.
Dos formas de cambio
Para alejarte o para acercarte
Aunque en nuestra sociedad parece que elegimos el cambio cuando no podemos más, cuando necesitamos alejarnos y huir porque nos estamos haciendo añicos o porque ya estamos rotas, a veces se nos olvida que, además del dolor, existe otra potente fuerza de movimiento llamada ilusión.
Son formas de cambio opuestas que se sienten muy distintas. He practicado ambas y las dos me parecen acertadas si son funcionales. Es decir, si te sirven. La primera te mueve para alejarte de de lo que duele y la segunda te mueve para acercarte a lo que quieres experimentar.
Creo que huir a tiempo puede salvarnos la vida.
Creo que ilusionarnos a tiempo puede darnos la vida.
Un momento
Nada que decir y todo que aprender
Estoy a miles de kilómetros de casa, en un pueblo enano de la España profunda. Vamos a un centro de día. Yo acompaño para volver a conectar con la vida fuera de la pantalla y con esa parte de la sociedad que se olvida y se aparta. Recuerdo mis voluntariados de labio rojo en las residencias. Sonrío. Echo de menos la perspectiva y el intercambio de cariño. También echo de menos a mi abuela.
A. puede escoger entre diferentes proyectos a la hora de trabajar y se decanta por dedicarse a ellos cada mañana de lunes a viernes. Les ayuda a mantener y mejorar su autonomía. Me impresiona la claridad que tiene en sus valores. Trabaja mano a pata junto a sus compañeras peludas, que indudable y comprensiblemente son centro de atención.
Salimos a tomar café junto a la educadora social, que también es encantadora, a un bar del pueblo del al lado. A. pide un ColaCao y le dan, directamente, el bote para que se sirva. Llega el secretario y se sienta con nosotras. Nos cuenta que el fin de semana ha llovido y que ha hecho fritada junto a su mujer porque tenían un montón de pimientos que se iban a poner malos. Nos alerta de que el aceite de oliva va a doblar su precio. Pasa el alguacil en un tractor y nos saluda con un grito. Llega la Mari con el perro y se detiene a que lo acariciemos. Me mira, me ve, me saluda y me cuenta que va a por el pan. No nos conocemos de nada. Antes de volver al centro paramos a comprar varias garrafas de aceite cada una. El FOMO también funciona entre olivos.
El señor Ricardo me pide ayuda para puntear la silueta de la virgen con un punzón. Tiene los ojos claros y vivos, lleva una boina y habla alto. Quiero abrazarle.
— ¿Cuántos años tiene usted? le pregunto.
— ¿Cuántos me echas? me dice picarón.
— No sé… — me pongo muy seria y practico mi parte teatral— cuarenta y tantos seguro. Estás rozando los cincuenta seguro.
— ¡Mira María! ¡Que la chica cree que tengo cincuenta! ¿Ves cómo estoy joven?
María, otra abuelita del centro que estaba pintando un Picasso, me mira incrédula. Le sonrío dejándole claro que estoy bromeando y me pega un codazo mientras me guiña el ojo. Quiero abrazarla.
Veo como A. se acerca cariñosa a Rosita, que no tiene un buen día. Mientras acaricio a la perra, que está panza arriba, observo disimuladamente su interacción. Se dan un beso y puedo leer en los labios de la abuela un te quiero. Trago saliva. Quiero abrazarlas.
Me gusta ser una chica en prácticas cuyo nombre ya no recuerdan.
Me gusta no tener nada que decir y todo que aprender.
Me gusta que nadie espere nada de mí.
Me gusta sentirme Ana. A secas.
Una respuesta
Acabamos de cenar con la duende en Lanzarote. Se vuelve a Bali y nos despedimos por ahora. Es tarde y nos dice que va a coger un bus para llegar a su casa. Que va, que va, tengo aquí mi coche. Yo te llevo. Se lo digo de forma directiva, sin pensarlo, y sin recordar que M José es la reina de los límites y la asertividad.
¿Sabes que pasa? Te lo agradezco, pero me encanta ser la que decide en mi vida, y quiero ir en bus.
La jodida ama.
Un sesgo cognitivo
Coste hundido
El otro día una persona con millones de seguidores en redes y cuya inteligencia me parece superior me mandó un privado respecto a mi decisión de mudarme a estudiar a península. Hablamos desde hace tiempo y me sigue emocionando como el primer día ver sus mensajes en mi buzón.
Qué pena, con el esfuerzo que te ha costado terminar tu casa y ahora te vas.
Por deformación profesional solo pude pensar que ella tampoco es inmune a los sesgos cognitivos. A tus pies, Kahneman. En este caso, el filtro mental automático y limitante sería el de coste hundido.
Terminar de ver una película o de leer un libro que no te gusta porque ya llevas la mitad. Tres años más de carrera u oposición amargada en la miseria porque ya llevas cuatro hincando codos. Un bolso muriéndose de asco en el armario porque te costó un dineral, aunque jamás lo saques a pasear. Aguantar en un trabajo que ya no te gusta porque llevas veinte años en la empresa. Casarte con tu novio cuando ya no lo soportas porque lleváis siete años juntos. Después vienen los hijos.
Tomar decisiones basándonos en el pasado. En el tiempo, esfuerzo o dinero que hemos invertido en ello, sin tener en cuenta la realidad en el presente, las necesidades o los valores actuales. Si te acerca o te aleja de la vida que quieres ahora. Girando la cara al cambio que somos por naturaleza, al avance y a la coherencia por nuestra aversión a lo que consideramos pérdida.
Olvidando que siempre que perdemos ganamos.
Una canción
Willow Tree March - The paper kites
La estoy quemando en la furgo. Himno de folk—rock que te invita a coger el volante como si tuvieras por delante la gran aventura de tu vida. Mi parte auditiva suele asociar las canciones a valores y esta, claramente, me conecta de forma directa con la libertad. Cuando suena mientras aceleras la barbilla se eleva y los límites que te inventas se desvanecen.
Ventanillas abajo. Viento. Desierto. Luz dorada de amanecer. Bajando a Famara. La Graciosa como telón de fondo. Cruzamos miradas en el retrovisor. Ella me acompaña. En unas horas cojo el ferry.
Dos mil ochocientos cincuenta kilómetros por delante.
Mar y carretera.
Posibilidades. Formación. Principio.
¡Salud y feliz entrada de otoño!
P.d. ¿Habéis visto la serie? ¿Reconocéis el sesgo cognitivo? ¿Con qué forma de cambio os sentís más identificadas? Os leo.
Cada vez que te leo me enamoro más de tus letras, de tu forma de entender la V.I.D.A., de como la transmites y de como nos haces fijarnos en más ayá.
Gracias a todo lo que compartes estoy aprendiendo a mirarlo todo desde otro mapa, el mío, en el que nunca me había percatado que tenía delante y estaba llevando un rumbo con el que no me sentía identificada pero era el que había que seguir, el suyo.
Has aparecido como una brújula, señalando más caminos, poniendo delante más opciones y soltándonos sin rumbo para que elijamos el que más nos convenga, por ahora.
Gracias por tu forma de entender el mundo. Gracias por invitarnos a pensar. Gracias por compartirte. Gracias por cada principio.
Un abrazo grande a todas 🩶
PD: esta noche empiezo la serie 🙃
Que vivan las series que nos muestran que la vida y el amor son más simples de lo que creemos.
Que vivan los señores Ricardo y los ojos bonitos que miran con ternura a nuestros mayores.
Que vivan las guepardas asertivas que saben poner límites.
Que vivan tus chupitos para recordarnos los sesgos cognitivos (yo pensé lo mismo al escuchar que dejabas el nido POR AHORA)
Que viva, en definitiva, todo lo que nos inspiras ❤️